INFO C.A.I. _ 24-02-2013

domingo, 28 de febrero de 2010

Independiente 1 - Racing 0
Independiente sólo se limitó a cumplir con la rutina
El clásico de Avellaneda volvió a ser para el Rojo: le ganó a Racing con un penal, después administró la ventaja, aunque sufrió mucho

Una mano infantil de Lluy al final del primer tiempo le permitió a Gandín marcar de penal. Con el 1-0 a favor, el equipo de Gallego se echó atrás y pese a ser superior estuvo al borde de que le igualaran.

El rey de Avellaneda sigue siendo el mismo. Todavía existen diferencias entre los vecinos para que ese liderazgo se modifique. Independiente, a pesar de sus vaivenes en el campo, demostró ayer que es superior a Racing: sufrió, es cierto, pero su buen primer tiempo le alcanzó para ganarle al rival de siempre –como casi siempre– por 1-0.

El lado rojo de la ciudad festejó el triunfo en el clásico por primera vez en casa nueva. Los albicelestes, en cambio, sufrieron otro golpe que empieza a desesperarlos: con la derrota en el Libertadores de América, el equipo de Miguel Ángel Russo se incrustó en la promoción. Y corre el riesgo de quedar a un punto del descenso directo si Gimnasia y Esgrima La Plata supera hoy a River.

En el inicio hubo una ilusión óptica. Un espejismo. En los primeros dos minutos, Racing se convirtió en un conjunto ambicioso, osado, que parecía no tener consideración del entorno –30 mil hinchas rojos que tapaban cualquier cántico de los cuatro mil visitantes– ni de las circunstancias. Hasta resultaba emblemático: su capitán y referente, Claudio Yacob, hizo esforzar a Gabbarini; en la jugada siguiente, el mismo mediocampista cabeceó al travesaño del arco de Independiente y no fue gol por milagro.

Pero fue sólo eso. Los dirigidos por Américo Gallego comenzaron a adueñarse de la pelota, lo que originó un mayor trabajo de creación para Ignacio Piatti, a quien con regalar algunos minutos de su talento por partido le alcanza para seducir a quien quiera.

¿Racing? No hubo más noticias del que simuló ser en los segundos inaugurales y comenzó a parecerse mucho al de otros fines de semana: erraba pases, sus líneas estaban inconexas, y Hauche y Lugüercio en vez de desequilibrar en los últimos metros tenían que bajar hasta la mitad de la cancha para encontrarse con la pelota.

Encima, Gandín y Silvera, con poquito, se las ingeniaban para complicar a Roberto Ayala –¿qué le pasa a Ayala?– y compañía. Gandín avisó con un remate. Y a Silvera no le salía una: cabeceó un centro perfecto y tiró una volea a la tribuna.

El dominio se legitimó en el marcador luego de una tonta intervención de Brian Lluy, que tocó la pelota con el antebrazo izquierdo mientras luchaba con Gandín con Aveldaño de espectador. Fue penal, aunque en el estadio –y en especial en la garganta diabólica y panóptica donde se ubican los periodistas– quedó todo tan lejos que nadie sabía muy bien qué había cobrado el árbitro Néstor Pittana. Gandín tomó la pelota, se paró frente a De Olivera y tocó con una elegancia impropia de estos clásicos, tan contaminados por los nervios y la vorágine.

Si los hinchas de Racing pretendían un cambio en el segundo tiempo, el mensaje de Russo no fue muy alentador. El DT académico sacó a Wagner y puso a Cahais. Y Racing, que debía buscar el empate, siguió sin conectarse. Todo se nubló cuando Pittana expulsó a Hauche por una plancha contra Acevedo. Había una intuición colectiva de que Silvera o Gandín, o cualquier con camiseta roja, iba a estirar la ventaja de un momento a otro. Pero justo ahí, con Racing impotente, Independiente exhibió su ciclotimia: insólitamente replegó a sus laterales (Vallés y Mareque) y se dejó apurar por la presunta inocuidad de Racing, que con un hombre menos generó más chances que con 11. Primero fue Aveldaño con un bombazo que pegó en un ángulo. Hubiera sido un golazo. Después, Cahais, con un cabezazo que pasó cerquita, y, finalmente, con un tiro de Bieler que despejó Gabbarini.

Hasta ahí llegó la fuerza racinguista. Ya sin más ideas para generarle algún riesgo, el visitante se rindió. Independiente, si no fuera por la imprecisiones del Patito Rodríguez (ingresó por Hernán Fredes) en los metros finales, hubiera terminado con una ventaja mayor. Fue como un golpecito en la espalda, un gesto para no empeorar aún más el presente de su rival. Total, las diferencias entre unos y otros ya estaban más que claras.

Vallés aprobó

Gabriel Vallés tuvo un feliz debut con la camiseta roja. No es poco tratándose de una primera vez, justamente, contra Racing. El mendocino, de 23 años, clausuró a Lugüercio, fue salida por el lateral derecho y hasta repitió las llegadas al área contraria.

Fuente: Crítica de la Argentina

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