INFO C.A.I. _ 24-02-2013

domingo, 28 de febrero de 2010

Independiente 1 - Racing 0
Armó una gran fiesta con un gol de penal y con poco fútbol
Gandín, en el primer tiempo, selló el sufrido triunfo. Racing pudo haberlo empatado en el segundo período.

Un gol, de penal. Ese es el registro para guardar en el archivo de los corazones. En la emoción, los de Independiente, que gustan del triunfo, formatean su disco rígido porque saben que aquello del comienzo del partido con Ignacio Piatti y su libre inspiración queda en el imaginario. En el desencanto, los de Racing, viendo un equipo que juega definitivamente mal pero que pega dos tiros en los palos de Adrián Gabbarini. En este clásico de Avellaneda, de juego en migajas y suma de miedos, los dirigidos por Américo Gallego se quedan con la fiesta, interminable.

El origen de una identidad, la insinuación de lo que pretende un equipo, queda al desnudo apenas se mueve la pelota. Independiente sale a jugar con argumentos en la tenencia del balón; Racing sale a no perder. Sin embargo, de entrada, es Claudio Yacob el que asume un protagónico con un remate desde afuera del área que tapa Gabbarini y un cabezazo que pega en el travesaño. Lejos de una realidad, la ficción de ser audaz se esfuma en menos que un té. Piatti, como animador del juego, y los intérpretes de una idea escrita en la que se le pone resaltador a Gabriel Vallés, Lucas Mareque –clara intención de jugar por las bandas– y Walter Busse, hacen que Independiente sea autónomo en su función. Este equipo no muestra relación de dependencia en esos buenos ratos de la primera etapa en la que, al margen del 1 a 0, saca una distancia intelectual capaz de anunciar un resultado abultado.
En el plan Russo, el equipo juega a la velocidad y la voluntad de dos delanteros. Se renuncia a la elaboración –no encuentra un pasador de pelotas y encima Sebastián Grazzini está suspendido– y en su aventura le pone un poroto a Lucas Castromán para ser enganche. Pero ese papel que no asoma en el fútbol argentino –¿quién más allá de Riquelme?– al ex Vélez le cambia inexorablemente la ecuación, la cancha, el panorama. Entonces, Racing solamente es un pelotazo a la nada, un remate de lejos en su impotencia y no más.

¿Qué lectura del partido se hace desde el banco de los suplentes? Russo mueve fichas, ubica a Braian Lluy de lateral izquierdo a volante derecho, pone a Matías Cahais y saca a Martín Wagner. ¿Qué se busca? Nada cambia. Hasta que Gabriel Hauche se va expulsado y, al menos, esa vergüenza sale a relucir en el Libertadores de América. ¿Cómo no pensar que, con uno menos, del otro lado se viene el toqueteo? Si Gallego manda a Patricio Rodríguez y luego a Leandro Gracián para armar asociaciones con fines de lujo. Toda esa evaluación se va a marzo o queda previa. Desde ese momento, se viene Racing. Con el alma, pero va.
Lucas Aveldaño, lanza en mano, trota con pelota dominada, se anima, le pega al arco y el travesaño, otra vez, la devuelve. Cahais, al rato, mete la cabeza y el balón le respira en la nuca a la red. Damián Steinert arma una jugada –una para Racing– y Gabbarini se lo tapa a Bieler. El final es emotivo; el partido, ordinario. Un gol, de penal, y corazones latiendo fuego

Por: Marcelo Máximo

LOS JUGADORES SE CRUZARON CAMINO AL VESTUARIO Y SE ARMO UN TUMULTO
Trompadas en la platea, manotazos en la manga

QUEJA. LOS RECLAMOS A PITTANA POR EL PENAL. LUEGO, EL FINAL, FUE CALIENTE.

Lo caliente de este clásico, ese que elevó su tono en la semana con declaraciones cruzadas entre dirigentes, tuvo su momento de tensión en la tarde de Avellaneda. Primero, cuando los dirigentes de Racing que asistieron al estadio tuvieron que caminar -con custodia, claro- por los accesos del público de Independiente, siendo insultados y hasta con alguna agresión. Después, ya ubicados en un lugar especial del estadio, se vivieron los picos de tensión. Incluso, hubo golpes de puño. Mientras tanto, abajo, ahí en el campo de juego, también los jugadores se cruzaron en la manga que conduce hacia los vestuarios del nuevo estadio. Cuentan que Lucas Aveldaño se enojó con Leandro Gracián y le fue a recriminar una jugada en la que el ex Boca y Vélez pisó la pelota. Entonces, empezaron los manotazos entre varios, aunque todo se calmó con la intervención de los colaboradores de ambos cuerpos técnicos.

“Yo estaba festejando con mis compañeros, y cuando entré a la manga me quedé sorprendido. ¿Qué quién ganó los puntos ahí? Eso queda para el vestuario, o preguntenlé a William Boo”, comentó Walter Acevedo, quien, ante la pregunta por la expulsión de Hauche, mostró el planchazo en la pierna.

Los condimentos extras de este partido salieron a relucir. Entre acusaciones por los arbitrajes, venta de entradas caótica y el resultado, el cóctel quedó armado. Miguel Angel Russo, en tanto, dijo: “El penal lo cobra el línea, la verdad es que desde mi lugar es difícil verlo, hasta ahí era parejo. Duele perder el clásico”.

AMERICO RUBEN GALLEGO TUVO UN DESAHOGO LLENO DE SONRISAS
“Sufrí hasta el minuto 94″

Se le escapa una sonrisa bien blanca y algo socarrona. No lo puede evitar, lógico. Su Independiente se quedó con el clásico. Y la alegría, entonces, no tarda en hacerse piel y hueso en Américo Gallego. “Estoy muy contento porque se había hablado mucho en la semana …”, arrancó, distendido. “Sabía que si empatábamos nos quedamos afuera de todo. Ahora, definitivamente, vamos a estar en la pelea”, confesó. Y, de inmediato, con risas de por medio, añadió: “¡Sufrí como loco, hasta el minuto 94! Igual, está claro, si pensábamos un poquito el partido terminaba en goleada”.

Gallego sabe y muy bien que ayer su equipo superó una prueba de fuego. “Para ellos es una derrota muy dura. ¿Cómo vi el partido? Creo que hay que dividirlo en dos partes: primero, Independiente hizo los méritos suficientes para irse 1 a 0. Pero en el segundo tiempo no tiramos atrás. No sé por qué. Encima, no tuvimos volumen de juego, algo raro en nosotros …”, analizó preocupado el Tolo.

Después, en relación al escenario del partido, aseguró que “mis jugadores se sienten más cómodos, todos quieren jugar en el Libertadores. Gandín hizo todos los goles acá, je”. Eso sí, más tarde, dejó claro su fastidio para con el expulsado Patricio Rodríguez. “Ya lo voy agarrar en la semana, je”. Igual, el Tolo estaba feliz. Por eso, recordó su paternidad sobre Racing. Por eso, también, bromeó: “Se acuerdan que en el verano dije que los esperábamos en nuestra cancha ¿No sé que pasó? No vino Vivas, ja …”

Y al irse avisó: “Creo en Independiente. Tenemos chances”.

LA COSTUMBRE DEL GOLEADOR
Gandín, el verdugo: “A Racing lo tengo de hijo”

IMPLACABLE. GANDIN GRITA SU GOL, EL DEL TRIUNFO. NACHO PIATTI SE PRENDE.

No hay caso. En Mar del Plata, a unas cuadras de la cancha de Independiente, en Salta (aunque el árbitro Sergio Pezzotta este verano no le convalidó uno por un offside inexistente), en el renovado Libertadores de América o en donde sea, Darío Gandín es el clásico verdugo de Racing. Le había hecho goles en los últimos enfrentamientos. Y ayer, como no podía ser de otra manera, volvió a repetir esa sana costumbre: El Chipi, de penal, anotó el gol que definió el duelo barrial.
Precisamente, hace una ronda, en Racing, este santafesino de 26 años comenzó a enamorar a la gente de Independiente. Ese día, el 27 de septiembre, anotó por duplicado (uno a la carrera y el otro también de penal) y fue el héroe de la victoria en casa ajena. Hasta ahí, la cosa no venía del todo bien para el santafesino.
Hoy, además de ser el máximo anotador de su equipo en la temporada (con el de ayer acumula 2 en este Clausura y 10 en el Apertura), es el capitán del equipo de Gallego. “Es todo un orgullo poder llevar la cinta”, suele decir Gandín, quien, pese a que ayer no se lució, resultó determinante porque con su gol esta vez sí Independiente puede ilusionarse en grande.
¿Fue un partido bastante similar al del Apertura, no?
Sí, es cierto. No sé por qué tuvimos que sufrir tanto. En el clásico anterior pasó lo mismo: en el primer tiempo merecíamos irnos con tres goles de ventaja y en el segundo la pasamos mal…

¿Y por qué les pasó eso?
Ellos se encontraron en desventaja, y con un jugador menos, y se la jugaron. Salieron a apretarnos unos metros más arriba y nosotros no pudimos acertar en las contras. Fallamos ahí. Si metíamos una, se acababa el partido.
Parece que te gusta y mucho el papel de verdugo…
Sí, ja… Por suerte a Racing lo tengo de hijo, últimamente me va muy bien. Sé que la gente disfruta mucho de estos triunfos, no se los olvida. Y a nosotros nos sirven para crecer, para confiar en nosotros mismos y para meternos de lleno en la pelea por el título.
¿Este es el triunfo que necesitaban para sacar chapa de candidatos?
Me parece que sí. Ganar el clásico te da un plus. Independiente viene haciendo un buen torneo. Arrancamos muy bien, pero recibimos un duro golpe contra Vélez en la fecha pasada. El grupo, después de esa derrota, necesitaba levantarse y ganar este encuentro de cualquier modo. Ahora vamos por más, por mucho más.

Por: Fernando Gourovich

De punta en Avellaneda

Dos bajas importantes para Miguel Angel Russo de cara al partido del martes, cuando Racing enfrente a Huracán por la 7ª fecha del Clausura. Gabriel Hauche, expulsado por una dura patada a Walter Acevedo, y Adrián Lucero por llegar a la quinta amarilla.

Desde el 12 de noviembre de 2006 Independiente no jugaba en su casa ante Racing. Y, como en aquel Apertura, ayer también ganó. Esa tarde, dos goles de Montenegro le dieron el 2-0 en un clásico suspendido por incidentes.

El único que dio la cara después de la derrota fue el entrenador de Racing, Miguel Angel Russo y dijo: “En el primer tiempo el rival tuvo la posesión del balón. Luego, en el segundo, tuvimos la mejores situaciones de gol”.

Dos espectadores de lujo hubo en el Libertadores de América en la platea local: Ricardo Bochini y Gastón Gaudio. El ex jugador de Independiente asistió por primera vez. En las primeras fechas del campeonato no estuvo presente debido a la mala relación que mantiene con el presidente Julio Comparada.

Si en la semana previa al clásico 4.500 entradas fueron destinadas a Racing, ayer por la tarde se vio todo lo contrario. Hubo más gente de lo previsto, y los hinchas visitantes expresaron su desencanto por el poco espacio cedido y por eso rompieron el vallado para ocupar toda la popular.

Los hinchas de Independiente se dieron el lujo de desplegar la bandera que donó el Kun Agüero. En las primeras fechas lo habían hecho, no con mucho éxito, ya que la tela sufrió varios cortes y roturas, pero esta fue la excepción y lo disfrutaron con un triunfo.

Fuente: Clarín

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