INFO C.A.I. _ 24-02-2013

domingo, 6 de diciembre de 2009

BOCA 1 - INDEPENDIENTE 2
El día que Piatti fue Bati (Olé)
Nacho entró en el segundo tiempo, se volvió a disfrazar de goleador como su gran ídolo y le convirtió al equipo que tanto lo buscó en el 2008. Y lo festejó con beso.

Lo pedía con insistencia Carlos Ischia. Era el refuerzo que quería sí o sí a mediados del 2008, para la temporada 08/09. Se hablaba de 3.500.000 de dólares más el pase de un jugador. A él, en Gimnasia, lo seducía Boca. Pero también sabía que le quedaba un año de contrato y luego el pase sería suyo. Y no hubo arreglo, a pesar de su simpatía de chico por el club que lo tentaba. Un año después, en vez de enfilar para La Boca, su carrera fue para Avellaneda y se puso los colores de Independiente. Y anoche, la historia se cerró: Ignacio Piatti definió el clásico en la Bombonera y festejó besando la camiseta.

Con cuatro goles en el torneo, siempre con definiciones de delantero, de pibe Nacho jugaba de número 9 y quería ser como su ídolo Batistuta. De hecho, a su hijo lo llamó Gabriel en honor al goleador de Boca, la Selección, Fiorentina y tantos otros clubes. En este torneo, ya le había marcado a Godoy Cruz, River y Colón (dos), pero no llegó bien al clásico en la Bombonera, por un problema en el tobillo que arrancó contra San Lorenzo, siguió ante Banfield (jugó infiltrado) y se complicó en la práctica del miércoles, cuando a los cinco minutos sufrió una torcedura y su titularidad pasó a estar en duda. Ayer en el hotel lo probaron y como sentía dolores y el campo iba a estar pesado, Américo Gallego eligió guardarlo y poner a Mancuello.

Para el segundo tiempo, sin embargo, el Tolo lo mandó de entrada, primero como volante por izquierda y luego, cuando entró Patito Rodríguez, como enganche. Desde esa posición, Nacho arrancó la jugada que terminó en su gol, con una definición mano a mano, con amago a Roberto Abbondanzieri y toque suave a un costado. Para festejarlo con la camiseta al aire y beso para su abuelo Pedro, un gran fanático de Independiente.

DEMIAN MELTZER

El más grande

Independiente repitió frente a Boca su sana costumbre del campeonato: atendió a domicilio en todos los clásicos. Y aunque ínfima, tiene una chance por el título.

Hay que pelear arriba, pero está complicado. Jugamos todos los clásicos de visitante…”. Todavía en el frío invernal de Necochea, en plena pretemporada, Américo Gallego despotricaba en contra de la programación del campeonato de Independiente. Aquel diagnóstico del Tolo, casi apocalíptico (”prefiero ir a la guerra antes que ver el fixture”, dramatizaba), mostró una verdad relativa: si tiene una ínfima chance de ser campeón no fue precisamente por su performance con los grandes. Los puso a todos en fila y los volteó a todos como a muñecos. Todos a domicilio. En el año que quedará marcado como el de la gran depresión de los equipos grandes, Independiente cierra 2009 con un placebo que le permite mirar con mucho más optimismo el Clausura, que lo eleva del resto en un panorama agonizante de los poderosos, sin títulos y sin copas. Es el único que subsiste para meterse como cuña en la polarizada pelea de Banfield y Newell’s, aunque depende de un milagro: debe ganar los dos partidos que le quedan (Argentinos y Lanús) y esperar que el Taladro pierda todos los puntos que le restan y que Newell’s no saque más de dos unidades en los tres que aún tiene que jugar.

Por eso se apunta más al proyecto 2010, con el Tolo confirmado, y que tiene además un fixture más benévolo. O al menos eso se desprende de la propia manifestación del técnico. Con las localías invertidas, Independiente recibirá en el Libertadores a todos los que atendió por delivery en el Apertura. Un punto a favor de este equipo que, tras casi tres años de peregrinaje, volvió a sentir el abrazo de su propia cancha. Pero su fortaleza en los clásicos en este campeonato fue excluyente. A Racing y a River pudo golearlos, a San Lorenzo le pegó tres bofetadas y ayer, en el primero de esta saga que no mereció ganar, sepultó a Boca. Con una particularidad: en la Bombonera no ganaba desde el 3 de noviembre de 1996. Ese día se impuso con un gol de Panchito Guerrero, cuando a Boca lo dirigía Carlos Bilardo y a Independiente, César Menotti, el actual manager del Rojo. Otra marca quebrada por este equipo en este torneo fue que volvió a ganar en el Monumental después de 11 años: la anterior victoria databa de 1998, cuando a Independiente lo dirigía… El Flaco Menotti, sí.

Y desde ese tándem se enciende la esperanza para lo que viene. Fueron mejorando la convivencia (lo que no se ve en otros casos donde coexisten DT y manager) y ya sentaron las bases para encarar el Clausura. Saben cuál es el horizonte. Y saben qué deben mejorar. Saben que el arco está bien cubierto, que la defensa encontró solvencia en sus centrales, que tiene un buen 5 y volantes que llegan al gol, un 9 que la mete y asiste, y un goleador que no necesitó jugar todo el tiempo en el área. Saben lo que tiene y lo que quiere. De esa forma encaró todos los clásicos en este Apertura. Conociendo sus armas y flaquezas. Y los ganó como lo que fue en 2009: el más grande.

DEMIAN MELTZER

Sí, estamos volviendo

Aplausos, viejo… que sigan la palmas para todos los integrantes del plantel del Rojo. Después de 13 años se volvió a ganar en La Bombonera para terminar el Apertura con el 100% de efectividad en clásicos y todos fuera de casa. Y se hizo en forma justa, aunque con algunos sobresaltos, por lo hecho en el primer tiempo. Ahí tendríamos que haber definido el match, porque después del empate de Mouche, el equipo que se puso los colores del Vaticano pudo haber dado vuelta la historia. El regreso de Silvera fue un plus importante, como goleador y jugador. Definición bárbara para el 1-0, y asistencia para Piatti en el 2-1 luego de un lujo de Acevedo. Si bien el local nos metió contra nuestro arco, Gallego no dudó en sacar a Tuzzio, que no podía con Gaitán. Y un rato más tarde, con el ingreso de Pato Rodríguez, se recuperó la pelota y ahí se embolsaron los tres puntos tan deseados. Hoy, a 14 años del último título internacional (Supercopa 95 ante el Flamengo), podemos decir que esta campaña marca una sola realidad: estamos volviendo. Sí, señores. Ojo, todavía lejos de aquellas décadas gloriosas, pero uno vislumbra que de a poco vamos recuperando el respeto que imponía la camiseta de Independiente. Ahora queda seguir por el mismo camino, sabiendo que no se logró nada, pero teniendo en cuenta que ahora hay una base importante para encarar el futuro con optimismo. Con el Tolo ya confirmado, hay que ir pensando reforzar algunos puestos para pegar el gran salto de pelear todos los torneos. Igual, muchachos, sería muy lindo terminar el 2009 con 38 puntos.

Está la base para encarar el futuro con fe y pelear todos los campeonatos.

BETO TISINOVICH

Miren miren qué locura

Y una noche, Boca fue cero por los goles perdidos por Palermo, que esta vez no tiene nada que reprocharle a Gaitán… El Rojo tuvo astucia y a un Silvera inspirado.

Tantas veces Boca fue bendecido por el halo goleador de Palermo, tantos partidos empantanados encontraron la soga salvadora en un rebote, un cabezazo sucio o una definición genial de Martín, que en la noche de la excepción que contradice la regla el mundo se pregunta si los siete partidos sin goles es una racha que está por terminar o lo que se termina es la pila de un goleador fuera de serie. Porque esta vez no alcanzan ni la gloriosa trayectoria de Palermo ni su incuestionable autoridad futbolística para reclamarle nada a nadie. Si alguna vez, o varias, el Loco se sintió desprotegido de centros, de atención ofensiva, de generosidad de los asistidores, no fue anoche una de esas noches. Gaitán fue lo que tantas veces fue Guillermo más allá o Palacio más acá. Y si no estuvo Riquelme para buscarlo desde el centro apareció Insúa, y hasta Viatri, que pensó primero en cómo ayudar a un colega en apuros que en lucirse él, vamos, que tanto necesita salir en la parte buena de los diarios.
En un partido de corte inglés, con la pelota pasando sin peaje por el medio, en un trámite rápido de área a área en el que ni foules hubo, Boca fue cerrando caminos y arrinconando a un Independiente que encontró el primer gol en una jugada nacida en la astucia de Gallego, que puso a Gómez a explotar la espalda de Krupoviesa y fue al fondo para tirar un centro que Paletta vio pasar para un insólitamente solitario Silvera. El Rojo se conformó con poco y eso que tenía más. Porque Boca era una cosa atacando pero otra defendiendo, y sin embargo el equipo del Tolo se quedaba en la chiquita de cuidar el 1-0 y no pensar en mucho más.
Palermo ya tenía bronca en el PT, frustrado por un cabezazo en el travesaño, otro frentazo en la puerta del área chica que se fue alta, y un pase de Viatri que no llegó a conectar porque no pudo arrancar. El segundo tiempo, directamente, fue un suplicio para ese grito que se le quedó atragantado y no pudo salir. Palermo tuvo una pequeña revancha en el gol del empate, cuando bajó magistralmente una bola para Gaitán, que como toda la noche limpió de rivales la jugada y le cedió el gol a Mouche. En la primera hora del segundo tiempo la cancha se inclinó irremediablemente para el lado de Gabbarini. El arquero, dicho sea de paso, le sacó a Palermo un gol cantado, luego de que Insúa dejara a Martín solito y solo. Y en un partido de locos, Independiente, que atacó poco y nada, llegó a fondo cada vez que se lo propuso. Inclusive, Medel y Krupoviesa casi hacen dos goles en contra antes de que en una jugada de puro tiki tiki Piatti definiera tras una genialidad de Silvera.
Repasando las jugadas que guarda el cuaderno, asombran lo bien que jugó el Loco fuera del área, asistiendo a Gaitán y a Mouche. Paradójica noche, en la que no jugó Riquelme y Boca extrañó a un tal Palermo.

PABLO RAMON

Fuente: Olé

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