INFO C.A.I. _ 24-02-2013

lunes, 16 de noviembre de 2009

Rojo de goles (Clarín)

Independiente celebró en el Nuevo Gasómetro y se prendió en la lucha por el título. A 6 puntos de la cima, ahora recibirá a Banfield.

Si hay un ítem para elogiar a este Independiente conducido por Américo Rubén Gallego es el poder de gol que posee. Sin duda. En cualquier circunstancia va y va. Es cierto: atrás a veces se descuida un poco o no muestra la solidez que, por ejemplo, hoy tiene como aliado el Banfield de Julio César Falcioni, pero va. De local, de visitante o en donde sea. Ese poder es, a esta altura, el que sostiene una ilusión: el título. Y se aferra a un premio que puede sonar a premio consuelo: entrar a la Copa Libertadores 2010, después de media docena de años.

Era, para estos dos equipos, el partido bisagra. Porque después de algunos resultados adversos que habían acumulado, tanto San Lorenzo como Independiente ya no tienen margen para más errores. Independiente lo tomó así este clásico con San Lorenzo, como una final. Y la ganó porque los de arriba no fallaron…

Independiente (junto a Estudiantes) tiene 24 goles, uno menos que Colón, y ahora es el segundo equipo más goleador del torneo. Una particularidad: esa cifra fue conseguida por diez intérpretes diferentes. Trece de los atacantes, siete de los mediocampistas y cuatro llegaron desde el fondo.

Esta vez, como lo fue en algunos partidos de este Apertura, “el goleador”, Andrés Silvera, no se vistió de goleador sino de abastecedor. El Cuqui, que jugó un partido especial contra su ex equipo (se escucharon más los elogios que bajaron de la popular visitante que los silbidos de los locales), le dijo tomá y hacelo a Martín Gómez (el segundo; el primero del mendocino en Primera); y en el tercero, cuando San Lorenzo era todo desorden y desesperación, levantó la cabeza y sacó un centro milimétrico para la entrada de otro delantero que ayer se reencontró con la red: Leonel Núñez, quien había marcado su primer y último gol en el Apertura en la segunda fecha contra Atlético, allá en el norte del país.

Además, ayer en el Nuevo Gasómetro, Independiente recuperó a Darío Gandín: el Chipi hizo el primero (lleva siete) y rompió una sequía de cuatro partidos sin convertir. El último grito fue en otro clásico, ante River en Núñez, por la octava fecha.

Pudieron ser más, mucho más que tres. Pero Independiente, pese al discurso de Gallego, le perdonó la vida a San Lorenzo. “Yo siempre quiero más goles, porque cuando uno está mal, le quieren hacer muchos goles…”, comentó el DT del equipo de Avellaneda que ya anda hablando con el presidente Julio Comparada para continuar.

Pero, ¿en qué punto está este Independiente? ¿Le da para pelearle mano a mano a Banfield, Newell’s o Colón? ¿Tiene chances ciertas o es más una ilusión que otra cosa? Si consigue ser regular y equilibrado, algo por demás complicado, está para la gran pelea. Al menos eso le servirá para mantenerse con expectativas hasta el final. En el arco encontró la seguridad de Adrián Gabbarini. Atrás, a la experiencia de Eduardo Tuzzio y Carlos Matheu se le suma la solvencia de Leonel Galeano; también se destaca Lucas Mareque, quien está pasando por su mejor momento desde que llegó al club. En el medio, tiene mucho de todo: fútbol y recuperación con Ignacio Piatti y Walter Acevedo. Desbordes, centros y entrega con Walter Busse y Federico Mancuello. Y arriba gol, mucho gol…

Por: Fernando Gourovich

Gallego: “Creo que por fin acerté con los cambios”

Gallego grita

El técnico se llenó de sonrisas y aseguró que ahora sólo piensa en quitarle el invicto al Banfield de Falcioni.

Eufórico, Américo Gallego alzó sus brazos apenas terminó el clásico. Y era lógica la satisfacción del entrenador de Independiente. Había esperado este partido con mucha ansiedad porque sabía que el viernes había ganado Newell’s y el sábado, Banfield. Tan feliz estaba el Tolo que no paró de sonreír ante los periodistas que esperaban en la antesala del vestuario. Y hasta se permitió bromear. Porque el próximo rival es Banfield, nada menos. Para el técnico será un desafío: “Hay que ganarle sí o sí porque es difícil salir campeón invicto en la Argentina. Y yo tengo el récord con River”.

-¿Sólo lo querés bajar por eso?

-Sí, olvidate. Que me perdone Julio (Falcioni).

Gallego era consciente de que no podía resignar más puntos. “Si empatábamos, quedábamos los dos afuera y el que perdía quedaba mal. Por eso este era un partido bisagra”, reconoció. Y desnudó más sensaciones: “Se me pasaron muchas cosas por mi cabeza, como cuando me fue bien con Independiente acá, después vine con el Toluca y lo dejamos también afuera. Son cosas importantes y jugamos contra un gran equipo”.

El Tolo ponderó sus cambios. “Creo que por fin acerté. Mi idea era poner a los 25 del primer tiempo a Gómez para que quedara mano a mano con el Kily. Nuestra idea era atacar y ellos venían de un golpe duro, como es perder la Copa y a nosotros se nos facilitó un poco más”, reflexionó.

Después del triunfo ante Gimnasia, Gallego dijo que lo estaba empezando a ayudar Dios. “Hoy fue el barba o el trabajo de la semana. No, me ayudó porque los goles fueron lindos”, cerró.

El diablo viene marchando

CARA Y CECA. SILVERA BUSCA LA PELOTA, ANTE LA MARCA DE CIVELLI. LA ÚLTIMA LÍNEA DE SAN LORENZO DIO DEMASIADAS VENTAJAS.

Independiente aprovechó las ventajas que dio San Lorenzo. Y en el mejor momento del local, estiró su ventaja y liquidó el partido. Silvera no convirtió goles, pero fue la figura de la cancha.

Por: Daniel Avellaneda

Son los diablos esos que vienen marchando, justo en la casa de todos los santos. Y aunque parezca una ironía, la pelota no les quema en sus pies. Avanza Mareque, filoso como un tridente. Corta en su lateral y cede para Silvera. Y el goleador, más allá ser un demonio frente a sus rivales, dibuja un pase angelical. Y mete la cola Martín Gómez. Y hace un infierno del arco de Migliore. Y todos gritan en la tribuna visitante, rojos de placer. Es el segundo impacto de Independiente en el Nuevo Gasómetro. Es el instante exacto en el que queda claro que el de Avellaneda es el único grande que permanece vivo en la pelea por el título. San Lorenzo ya no tiene a quien rezarle.

Hay que rebobinar el casete y comenzar por ese 2 a 0, aquella definición de un peladito que está lejos de ser Bochini pero tiene clase en su pie derecho. Porque a partir de ese momento se hizo abismal la diferencia entre unos y otros. En el primer tiempo, había justificado la ventaja en el resultado Independiente. Pero hasta el gol de Gómez, San Lorenzo había tenido posibilidades de igualar el partido. Incluso, jugando muy mal.Entonces, Mareque se animó a lanzarse al ataque una vez más, como si hubiera nacido en alguna playa de Brasil y no en Morón. Y Silvera a cambiar su traje de hombre gol por el de asistidor. Y hasta Núñez, que había entrado un rato antes, se destapó con un grito. Y surgieron los cambios de frente, como si Busse por un lado y Mancuello por el otro estuvieran en la quinta, jugando con los amigos. Y se pusieron rojas las gargantas de la popular al ritmo del “ole, ole”.

Fue el prólogo de un clásico que Gallego había empezado a ganar desde el planteo táctico. El Tolo armó una línea de cuatro, con Acevedo casi metido entre los centrales, le dio libre albedrío a Piatti para manejar la pelota y soltó a los volantes externos, a quienes se sumó Mareque, de pura vocación ofensiva. Con el chico Martínez de lateral derecho, el Kily González improvisado por el sector izquierdo y sin dos carrileros que supieran cerrar la puerta para que los mediocampistas rivales no pudieran jugar, San Lorenzo quedó descompensado. Y Reynoso, que se desdobló para proteger a los zagueros centrales y tapar a Piatti, estuvo desorientado. Y si los jugadores rojos demoraron casi cuarenta minutos en fabricar el primer gol -gran combinación de Mareque y Mancuello, mejor definición de Gandín-, se debió a que hasta ese momento no habían estado finos en el área de Migliore.

Sin Rivero, faltó despligue. Sin Romagnoli, no hubo generación de juego. Y aunque Papu Gómez intentó desequilibrar a espaldas de Tuzzio, perdió en continuado. Menseguez estuvo livianito, Bordagaray sólo multiplicó barullo y Romeo se pareció al protagonista de Lost, solitario en su propia isla. No funcionó el 4-2-3-1, más allá de que en una serie de guapeadas, especialmente en el segundo tiempo, Adrián Gabbarini mostró su repertorio de reflejos y el juvenil Galeano, la categoría de un veterano. Fue astuto Independiente, aunque podría haber pagado un costo muy alto por jugar tan cerca de su arquero en el arranque del complemento. No fue así. Por eso se ilusionan sus hinchas. Y llega Banfield a este infierno encantador.

Las razones de Collado

A los 27 minutos del primer tiempo se dio una jugada muy particular. El equipo de Américo Gallego quiso hacer muy rápido un córner pero el árbitro Javier Collado detuvo el juego y lo hizo volver a patear. La jugada fue así: Federico Mancuello movió la pelota haciéndose el distraído; llegó Darío Gandín para continuar con la avivada… El juez paró el juego y ahí se multiplicaron las confusiones. Luego del partido, en el vestuario, Collado le dijo a Clarín: ” Yo advertí que Mancuello sacó rápido y que Gandín llegó a la posición del córner corriendo… Ellos hicieron todo eso pero faltó un pequeño detalle: que yo diera la orden. Si el árbitro no da la orden no se puede reanudar el juego”. También Collado se refirió a la expulsión de Alejandro Gómez: “Se había ganado la tarjeta amarilla por simular dentro del área. Pero cuando se la iba a sacar, se excedió verbalmente. Por eso le saqué la roja”.

Silvera, esa figura que jugó un partido aparte

Fue insultado por el público local.

No era un partido más para Andrés Silvera. El delantero de Independiente, de reciente pasado en Boedo, se presentaba ante San Lorenzo por primera vez tras su polémica salida.

Apenas llegó al estadio, se dirigió al vestuario local para saludar a sus anteriores compañeros. Hubo besos y abrazos varios que se repitieron en el habitual saludo inicial dentro del campo de juego.

Pero no todo era buena onda en el andar de Silvera por el Nuevo Gasómetro. Con los hinchas, la relación quedó muy dañada y fue muy insultado por la gente de San Lorenzo desde que pisó el campo de juego. Ahí, antes de que empiece el partido, la popular de Independiente lo recibió con una ovación.

Silvera, que con la camiseta de San Lorenzo marcó 45 goles (37 en partidos locales y 8 en internacionales) le respondió la caricia a la gente de Independiente dentro de la cancha: cuando su equipo se defendía más de lo que atacaba, se vistió de asistidor y dejó solo a Martín Gómez, quien puso el 2-0.

Y unos minutos después, tras pase de Mareque, habilitó a Leonel Núnez para el tercero. Así, fue la figura del partido y hasta dio la sensación que no quiso convertir su gol que habría redondeado una tarde magnífica.

Sin dudas, no fue un partido más para Andrés Silvera.

La nueva era del goleador asistidor

Horacio Pagani

Una costumbre se está instalando en el fútbol argentino con excusas variadas. Son pocos los delanteros-delanteros, los reales, se dice, sin indagar sobre las razones verdaderas de la escasez. Entonces, se pueblan las posiciones de volantes con jugadores identificados como media puntas o volantes ofensivos y se destina a un solo atacante de área, o punta de lanza. Ya son varios los adherentes a este sistema de dudosa efectividad goleadora. Pero se vive la era de la precaución antes que la audacia y así hay que entender la realidad. El delantero real parece quedarse con la responsabilidad exclusiva de convertir, aun aislado y cercado por las marcas adversarias. Pero el imprevisible juego del fútbol siempre ofrece sorpresas que aumentan su atracción incomparable.

Andrés Silvera es un goleador de fina calidad, a veces indolente, a veces incumplidor con los entrenamientos, pero de gran valor cuando está encendido. Había dejado su marca en Independiente y fue campeón en 2002, dirigido por Américo Gallego. Tuvo un paso por San Lorenzo y también fue campeón, con Ramón Díaz. Pero no terminó bien en el equipo de Boedo cuando se dieron las frustraciones. Gallego pidió su recuperación para el Rojo. Hizo todo tipo de pruebas el Tolo hasta encontrar este sistema de juego de la actualidad. Y a Silvera le tocó el rol de la soledad de área, pero respaldado por tres semidelanteros o volantes de ataque, como se suele decir.

Independiente y Silvera visitaron a San Lorenzo, justamente. Más allá de los vaivenes del partido ganaban los visitantes en el primer tiempo con gol de Gandín. Según la costumbre de Gallego, Independiente, en ventaja, retrocedió en el campo para apostar a las contras. Y Silvera bajó también para colaborar. Tuvo que cambiar de rol, entonces. Y fue exacto en la nueva función. Le sirvió una cortada perfecta con largo zurdazo a Martín Gómez (un semidelantero) para que concretara, solo frente a Migliore, el segundo gol. Y fue él quien -tras una pared con Mareque- llegó al fondo para cruzarle el pase paralelo a Núñez, autor del tercero. De goleador a asistidor. Curiosidad futbolera.

Santiago Silva es el goleador del campeonato. Es el punta-punta del puntero Banfield. El sábado fue exquisito asistidor en los tres goles de su equipo, con tacos incluidos. En la próxima fecha se encontrarán Independiente y Banfield. Silvera y Silva. ¿Goleadores o asistidores?

Fuente: Clarín

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