INFO C.A.I. _ 24-02-2013

lunes, 12 de marzo de 2012

TORNEO CLAUSURA 2012 _ FECHA 5 _
Boca 4Independiente 5

Una película soñada mil vecesHubo un poco de todo. Acción, dramatismo, terror, drama y un thriller insufrible que duró casi 100 minutos. Hubo ilusión, esperanza, nervios, agonía, desencanto y un orgasmo interminable. Fue la gloria, fue el deseo hecho realidad, la película más imaginada cada vez que un hincha de Independiente se va dormir antes de jugar contra Boca.

Ellos, agrandados, cantaron canciones que rozaron lo patético, se vieron colapsados y cuando resurgieron, hicieron de las suyas: escondieron las pelotas, quisieron pinchar el partido. Pero se encontraron con su padre eterno, con la “más grande” de América que a esta hora les debe seguir molestando. Claro, para que el lamento no sea tan cruel, hasta tuvimos la delicadeza de ponerle vaselina. Las pelotas, las puso “El Rojo”, y “El Tecla”, un jugador determinante, distinto, de jerarquía, que vale lo que vale, y aún más.

Este triunfo se festeja el triple. No sólo por la eterna postal de lo que fue el partido, sino por ese guión tan perfecto que asustó, que le hizo refregar los ojos a más de uno cuando el árbitro del partido, el auriazul Saúl Laverni, decretó el final del juego. Los hinchas de Independiente necesitábamos esto, este baño de gloria, esa renacida mística que floreció por los poros de cada camiseta roja.

Y disculpen la grosería, pero escribir una columna de este partido con seriedad es casi imposible. El hincha estalla por todos lados, si hasta terminé arrodillado frente al televisor, y 10 minutos después, todavía temblaba con la piel de gallina, con los ojos vidriosos y esa incomparable sensación de sentirte parte de esos tipos más felices del mundo. Sí, no hay nadie más feliz que un hincha de Independiente en estos momentos.

Golpeados, caídos, con el ánimo por el piso y el corazón abierto. Así llegamos a una cancha que despedía olor a fiesta (aunque no es precisamente la fragancia que emana la “parlantera” Bombonera), que presumía un trámite ante un rival que no había ganado en el Clausura. Pero los clásicos son batallas, tal como lo describió Cristian Díaz en la semana, y el amor propio pudo más que cualquier presente futbolístico. Que sea el despegue. Y vos, Boca, seguí escondiendo la pelota, que en tu cancha, te la pone tu histórico padre. Chau, felicidades.

Fuente : Muydiablo

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